- Servicio de Neurocirugía, Hospital Italiano de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
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Claudio Yampolsky
Servicio de Neurocirugía, Hospital Italiano de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
DOI:10.4103/2152-7806.137936
Copyright: © 2014 Yampolsky C. This is an open-access article distributed under the terms of the Creative Commons Attribution License, which permits unrestricted use, distribution, and reproduction in any medium, provided the original author and source are credited.How to cite this article: Yampolsky C, Damián Bendersky. Cirugía de los trastornos del comportamiento: el estado del arte. Surg Neurol Int 04-Aug-2014;5:
How to cite this URL: Yampolsky C, Damián Bendersky. Cirugía de los trastornos del comportamiento: el estado del arte. Surg Neurol Int 04-Aug-2014;5:. Available from: http://sni.wpengine.com/surgicalint_articles/cirugia-de-los-trastornos-del-comportamiento-el-estado-del-arte/
Abstract
Introducción:La cirugía de los trastornos del comportamiento (CTC) se está convirtiendo en un tratamiento más común desde el desarrollo de la neuromodulación.
Métodos:Este artículo es una revisión no sistemática de la historia, indicaciones actuales, técnicas y blancos quirúrgicos de la CTC. Dividimos su historia en 3 eras: la primera comienza en los inicios de la psicocirugía y termina con el desarrollo de las tícnicas estereotácticas, cuando comienza la segunda era. Ésta se caracteriza por la realización de lesiones estereotácticas. Nos encontramos transitando la tercera era, que comienza cuando la estimulación cerebral profunda (ECP) comienza a ser usada en CTC.
Resultados:A pesar de los errores graves cometidos en el pasado, hoy en día, la CTC está renaciendo. Los trastornos psiquiátricos que se más frecuentemente se tratan con cirugía son: depresión refractaria, trastorno obsesivo-compulsivo y síndrome de Tourette. Además, algunos pacientes con agresividad fueron tratados quirúrgicamente. Hay varios blancos estereotácticos descriptos para estos trastornos. La estimulación vagal puede ser usada también para depresión.
Conclusión:Los resultados de la ECP en estos trastornos parecen alentadores. Sin embargo, se necesitan más estudios randomizados para establecer la efectividad de la CTC. Debe tenerse en cuenta que una apropiada selección de pacientes nos ayudará a realizar un procedimiento más seguro así como también a lograr mejores resultados quirúrgicos, conduciendo a la CTC a ser más aceptada por psiquiatras, pacientes y sus familias. Se necesita mayor investigación en varios temas como: fisiopatología de los trastornos del comportamiento, indicaciones de CTC y nuevos blancos quirúrgicos.
Keywords: Depression, obsessive-compulsive disorder, psychosurgery, surgery for behavioral disorders, Tourette syndrome, Cirugía de los trastornos del comportamiento, depresión, psicocirugía, síndrome de Tourette, trastorno obsesivo-compulsivo
INTRODUCCIÓN
La psicocirugía, hoy en día preferentemente llamada cirugía de los trastornos del comportamiento (CTC), es una subespecialidad de la neurocirugía que se ocupa de la correcta selección de pacientes, la definición de las indicaciones y la elección del procedimiento y los blancos quirúrgicos adecuados para el tratamiento de diversas afecciones psiquiátricas. Esta disciplina compete e involucra a neurocirujanos, psiquiatras y neurólogos. La CTC se basa fundamentalmente en realizar intervenciones sobre distintas estructuras del sistema límbico (SL). El objetivo de la cirugía es interrumpir el circuito anormal que sería responsable de la producción de los síntomas, incluyendo los componentes emocionales y conductuales. Esta subespecialidad fue evolucionando a lo largo del tiempo, transcurriendo por etapas de mayor y menor aceptación pública durante este proceso.[
Para una mayor comprensión del proceso evolutivo de la CTC, dividiremos al mismo en tres eras: la primera, desde sus inicios hasta el desarrollo de las técnicas estereotácticas; la segunda, correspondiente a la práctica habitual de las lesiones guiadas por estereotaxia; y la tercera, por la cual estamos transitando, se caracteriza por la implementación de la estimulación cerebral profunda (ECP) o neuromodulación.
Sistema límbico
La primera descripción del SL la realizó Papez en 1937, teorizando que las bases anatomo-fisiológicas de las emociones estaban dadas por las conexiones entre el lóbulo frontal y las estructuras límbicas subcorticales. El circuito de Papez de los estímulos emocionales establecía que el septum se conectaba con el hipocampo (HC) a través del haz del cíngulo. A su vez, el HC se conectaba con el hipotálamo (HT) mediante el fórnix, que termina en los cuerpos mamilares. A continuación los estímulos viajarían desde el HT hasta los núcleos talámicos anteriores y desde allí, nuevamente al cíngulo.[
Actualmente, se considera que los ganglios basales se subdividen en regiones motoras, asociativas y límbicas, cada una con aferencias y eferencias vinculadas a diferentes áreas corticales. El circuito límbico estaría conformado por: HC, amígdala (AM), fórnix, HT, núcleo septal, cuerpos mamilares, estriado ventral (EV), globo pálido ventral, núcleos dorsomedial y ventral anterior del tálamo, el cíngulo (áreas 24 y 25 de Brodmann), otras áreas prefrontales mediales (áreas 8, 9, 10 y 32 de Brodmann) y el área orbitofrontal (áreas 10, 11, 13 y 43 de Brodmann). A su vez, el EV está conformado por el núcleo accumbens (NAcc) y las porciones ventrales del caudado y el putamen. También estarían involucradas otras regiones paralímbicas como la corteza insular y temporal anterior y el giro parahipocampal. Con un formato semejante a los otros circuitos cortico-estriado-tálamo-corticales, las áreas corticales límbicas, el HC y la AM proyectarían sobre el EV, que a su vez proyectaría al globo pálido ventral. Las principales eferencias de éste terminarían en los núcleos dorsomedial, ventral anterior e interlaminares del tálamo. Por último, las proyecciones tálamo-corticales pasarían por el brazo anterior de la cápsula interna (BACI) hasta alcanzar las áreas corticales orbitofrontales y el cíngulo anterior, cerrando así el circuito. Sin embargo, la corteza y el tálamo tienen inervación recíproca. A su vez, la corteza prefrontal, las áreas orbitofrontales, el NAcc y el tálamo reciben aferencias del área tegmental ventral (ATV) y la sustancia nigra (SN). El núcleo subtalámico (NST) también se ve involucrado, ya que tiene proyecciones hacia la SN, el ATV y el globo pálido interno y externo (GPi y Gpe).[
PRIMERA ERA DE LA CIRUGÍA DE LOS TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO
En esta primera era de la CTC, las patologías más frecuentemente tratadas eran la esquizofrenia y otros tipos de psicosis. Aunque se supone que en la antigüedad se realizaron trepanaciones para intentar resolver patologías psiquiátricas, la primera serie de casos en quienes se practicó psicocirugía fue publicada por el psiquiatra suizo Gottlieb Burckhardt en 1891, realizando la primera cirugía en diciembre de 1888. Había llevado a cabo resecciones corticales bilaterales en diferentes áreas (Broca, Wernicke, y otras áreas parietales y temporales) en seis pacientes que sufrían de esquizofrenia, con resultados controversiales. Uno de los seis pacientes murió y otros padecieron complicaciones graves debidas al procedimiento. Su trabajo fue criticado ampliamente por la comunidad médica de esa época.[
El neurólogo y psiquiatra norteamericano Walter Freeman también fue inspirado por la conferencia de Fulton, llevándolo a iniciarse en la práctica de la leucotomía prefrontal junto al neurocirujano James Watts. Luego de operar veinte pacientes, ellos consideraron insatisfactoria la técnica propuesta por Moniz y Almeida Lima, por lo que modificaron la misma, intentando lograr lo que consideraron un procedimiento más preciso y seguro, guiado por rayos X y reparos óseos. Sostenían que la lesión de las fibras más inferiores del lóbulo frontal producía mejores resultados. Esta técnica recibió el nombre de lobotomía prefrontal. A su vez, realizaban lo que denominaron lobotomías mínimas, estándar o radicales, según la extensión de la lesión en las fibras blancas efectuada. En general, la primera la utilizaban para pacientes con trastornos afectivos, mientras que la radical la llevaban a cabo en pacientes esquizofrénicos o en reoperaciones. En 1942, Freeman y Watts presentaron los resultados de los primeros 200 pacientes intervenidos. Reportaron que un 63% de los pacientes mejoraron, 23% permanecieron sin cambios y 14% empeoraron o murieron a causa del procedimiento. Sin embargo, con frecuencia, los pacientes desarrollaban el “síndrome post-leucotomía” que consistía en una combinación de crisis comiciales, apatía, confusión, deficiencia en el pensamiento abstracto, alteración de la motivación, inatención e inhabilidad para mantener una conducta socialmente apropiada. Finalmente, en 1946, Freeman realiza una nueva modificación en la técnica y comienza a realizar la leucotomía transorbitaria en los Estados Unidos (“lobotomía con picahielos”o “ice-pick procedure”). El acceso transorbitario había sido descripto previamente por el psiquiatra italiano Amarro Fiamberti, para efectuar la leucotomía transorbitaria con alcohol. Esta nueva técnica la llevaban a cabo en ambientes no quirúrgicos y consistía en efectuar bilateralmente la leucotomía con un instrumento semejante a un picahielos introducido por el párpado superior, atravesando el techo de la órbita para lograr el acceso al lóbulo frontal. El instrumento era introducido unos 7 cm en el lóbulo frontal y luego girado 15 grados para destruir las fibras blancas frontales. Una ventaja de éste procedimiento para los psiquiatras y neurólogos, como Freeman, era que no requería la presencia de un neurocirujano ni un anestesiólogo, ya que el procedimiento era extremadamente sencillo y el paciente era anestesiado con dos electro-shocks. Freeman recorrió los Estados Unidos con una casa rodante (el “Lobotomobile”) expandiendo la disponibilidad de su técnica a lo largo de todo su país. La lobotomía se convirtió en un procedimiento socialmente aceptado y con supuestos buenos resultados, realizándose más de cincuenta mil procedimientos solo en los Estados Unidos entre 1945 y 1955, con un probable abuso o uso indiscriminado de la técnica. Sin embargo, también debe tenerse en cuenta que en esa época no existían aún tratamientos farmacológicos para las enfermedades psiquiátricas y muchos de estos pacientes y sus familias carecían de alguna otra esperanza de mejoría, siendo su único camino la institucionalización. Esto ayuda a comprender el accionar de médicos como Walter Freeman, cuya probable intención fue hacer llegar su técnica a todo aquel paciente que la necesitase. Por otro lado, con la intención de disminuir la incidencia del “síndrome post-leucotomía”, William Scoville desarrolla, en 1948, una nueva técnica que consistía en separar las áreas corticales funcionalmente relevantes de sus fibras de asociación. Los blancos de su cirugía fueron las áreas 9 y 10 de Brodmann, la corteza orbitofrontal y el cíngulo. Scoville fue uno de los primeros cirujanos en proponer como blancos específicos diferentes tractos y áreas corticales. Este fue un importante paso hacia la especificación y el desarrollo de técnicas mínimamente invasivas en el terreno de la psicocirugía.[
A partir de los comienzos de los años cincuenta, la opinión pública positiva acerca de la lobotomía y la psicocirugía comenzó a declinar debido al conocimiento público de sus pobres resultados y sus graves secuelas (como el “síndrome post-leucotomía”), a la inefectiva selección de pacientes y a la falta de ética en algunos casos que cobraron popularidad en la sociedad, particularmente en la actuación de Walter Freeman. A su vez, no existía evidencia científica que mostrase algún beneficio por parte de la psicocirugía, mientras que la terapia electroconvulsiva (TEC) para la depresión comenzaba a practicarse alcanzando logros prometedores. Finalmente, la mala opinión pública, junto al descubrimiento de la clorpromazina a mediados de los años cincuenta, llevaron a la psicocirugía prácticamente al abandono.[
SEGUNDA ERA DE LA CIRUGÍA DE LOS TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO
La segunda era de la CTC comienza con el advenimiento de la técnica estereotáctica y finaliza con el desarrollo de la CTC mediante ECP. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que esta es una división arbitraria y las lesiones guiadas por estereotaxia siguen realizándose actualmente en el mundo entero. Los que iniciaron la CTC con guía estereotáctica fueron Ernest Spiegel y Henry Wycis, al desarrollar el primer marco de estereotaxia utilizado en humanos en 1947 y realizar una talamotomía dorsomedial estereotáctica en un paciente psicótico en 1949, con resultados pobres. Por otro lado, Leksell inventó su marco de estereotaxia en 1949 y junto con Jean Talairach, desarrollaron la capsulotomía anterior para los trastornos obsesivo-compulsivos (TOC). En los años cincuenta, la neurocirugía funcional estereotáctica guiada por ventriculografía comenzó a utilizarse alrededor del mundo.[
Cingulotomía anterior
La cingulotomía fue utilizada principalmente en Estados Unidos y Canadá para tratar depresión, ansiedad crónica, TOC y dolor crónico.[
La cingulotomía sería beneficiosa en el 30-45% de los pacientes aproximadamente y sería más efectiva en pacientes con depresión que en aquellos con TOC.[
Un incremento del metabolismo en el cíngulo anterior fue asociado a la presencia de TOC, mientras que lesiones no quirúrgicas de esta área se vieron relacionadas con mutismo acinético e inatención.[
Entre sus efectos adversos, podemos encontrar: cefalea, náuseas, mareos, inestabilidad en la marcha, confusión, aumento de peso y retención urinaria. También es posible la aparición de crisis comiciales postoperatorias. No se encontró deterioro cognitivo, neurológico o del comportamiento luego de la cingulotomía anterior.[
Tractotomía subcaudada o Innominotomía
A partir de su introducción en 1964 por Knight, la tractotomía subcaudada fue utilizada principalmente en el Reino Unido para el tratamiento de los trastornos afectivos, TOC y ansiedad crónica. Podría mejorar tanto los síntomas depresivos como maníacos de la enfermedad bipolar. En algunos casos se utilizó para tratar esquizofrenia, con resultados desalentadores.[
En un estudio retrospectivo sobre 249 pacientes con trastornos afectivos o TOC, 84 (34%) tenían una buena respuesta a la tractotomía subcaudada al año del procedimiento.[
Entre las complicaciones de la tractotomía subcaudada podemos destacar: crisis comiciales, fatiga, aumento de peso, síndrome confusional transitorio y alteraciones en la personalidad. Es posible que este procedimiento se vea asociado a un porcentaje mayor de complicaciones que la cingulotomía.[
Leucotomía límbica
La leucotomía límbica fue descripta por Kelly en 1973 y se utilizó principalmente en el Reino Unido y Australia. Consiste en la asociación de tractotomía subcaudada y cingulotomía anterior en un único procedimiento, con el objetivo de lograr mejores efectos clínicos al interrumpir el circuito en dos puntos diferentes. Aunque su principal indicación es el TOC, también se realizó para el tratamiento de la depresión refractaria y los estados graves de ansiedad crónica.[
En el estudio de Mitchell-Heggs y col sobre 66 pacientes, este procedimiento mostró a los 16 meses una mejoría que alcanzó el 89% de los pacientes con TOC, el 66% de los pacientes con ansiedad y el 78% de aquellos con depresión.[
Los efectos adversos de esta técnica combinada incluyen: cefalea, síndrome confusional transitorio, crisis comiciales, incontinencia urinaria, letargia, perseveración, aumento de peso, suicidio, alteraciones en la memoria y en la personalidad.[
Capsulotomía anterior
La principal indicación de la capsulotomía anterior es el TOC y fue un procedimiento ampliamente utilizado en Europa continental, tras su implementación por Tailairach y Leksell. Fue considerablemente usada y estudiada en el Hospital Karolinska, de Suecia. También se lo utilizó en el tratamiento de los estados de ansiedad crónica y ataques de pánico. Esta técnica consiste en la sección de fibras del BACI, entre el núcleo caudado y el putamen, interrumpiendo así las conexiones entre la corteza orbitofrontal por un lado y el tálamo y el caudado por el otro.[
Aparentemente, en los pacientes con TOC, los resultados de la capsulotomía anterior serían mejores que los de la cingulotomía. Aunque solo utilizaron 4 pacientes, Fodstad y col obtuvieron que los 2 pacientes con TOC tratados con capsulotomía mostraron mejores resultados clínicos que los otros 2, que habían sido sometidos a cingulotomía.[
Entre las complicaciones de la capsulotomía anterior podemos encontrar: confusión transitoria, aumento de peso, apatía, desinhibición, incontinencia urinaria, déficit neurológico focal asociado a hemorragia, astenia y crisis comiciales.[
Talamotomías y ablaciones en la zona incerta
Tanto las talamotomías como las ablaciones estereotácticas en la zona incerta fueron realizadas para el tratamiento del ST. Las talamotomías esterotácticas se efectuaron principalmente en los núcleos interlaminares, mediales y en el ventral oral interno (Voi).[
Se reportaron casos de disfagia, disatria, rigidez, distonía, alteraciones en la marcha, bradiquinesia, hemiplejía y cuadriplejía luego de la termocoagulación del área subtalámica, incluyendo la zona incerta. Las lesiones bilaterales tendrían mayor riesgo de producir secuelas permanentes que las unilaterales.[
Hipotalamotomía posteromedial
La hipotalamotomía posteromedial fue utilizada para el tratamiento de los trastornos de conducta con agresividad y violencia.[
TERCERA ERA DE LA CIRUGÍA DE LOS TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO
La tercera etapa comienza con la implementación de la ECP en la CTC. Actualmente nos encontramos transitando esta era marcada por un lento, pero continuo, resurgimiento de la CTC. La ECP tiene múltiples ventajas sobre la cirugía ablativa, ya que la primera, a pesar de producir un mínimo efecto microlesional durante la colocación del electrodo, es reversible, mientras que las ablaciones por radiofrecuencia o radioquirúrgicas son irreversibles, pudiendo generar secuelas permanentes. Esto es aún más relevante en la CTC, ya que la mayoría de los pacientes requieren la realización del procedimiento en forma bilateral, hecho que aumenta ampliamente el riesgo de efectos adversos graves luego de la cirugía ablativa, en especial aquellos relacionados con el lenguaje y la esfera cognitiva. Los efectos adversos de la ECP relacionados con la estimulación de estructuras adyacentes al blanco pueden revertirse rápidamente con la programación del generador de impulsos implantable (GII) o apagando el mismo.[
El mecanismo de acción exacto de la ECP se desconoce. Al estimular el tejido nervioso, puede actuar tanto sobre axones como sobre cuerpos neuronales, teniendo los primeros un umbral menor que los segundos. Estas fibras pueden ser aferencias, eferencias o simplemente axones que pasan cercanamente al blanco. El volumen de tejido activado por el electrodo también depende de la orientación de las fibras y de los parámetros de estimulación utilizados. Por ejemplo, el ancho de pulso influye en la estructura nerviosa que será predominantemente estimulada: los cuerpos neuronales y las dendritas se estimulan óptimamente con un ancho de pulso de 1-10 ms, los axones pequeños con 200-700 μs y los axones mielínicos grandes con 30-200 μs. El campo eléctrico disminuye exponencialmente al alejarse del electrodo. La ECP puede producir activación ortodrómica o antidrómica de las fibras. La teoría más aceptada es que la estimulación a alta frecuencia (mayor a 100 Hz) genera un campo eléctrico reversible alrededor de los contactos activos del electrodo, que ejercería su efecto sobre las neuronas adyacentes mediante el bloqueo de los canales voltaje-dependientes, hiperpolarización de la membrana, depleción de neurotransmisores e inhibición sináptica. De esta forma, la ECP a alta frecuencia, como se utiliza en la CTC, funcionaría como una lesión reversible en el área estimulada. La estimulación a baja frecuencia puede desencadenar potenciales de acción en las neuronas estimuladas. Es decir, la estimulación a alta frecuencia inhibe la actividad neuronal, mientras que la misma a baja frecuencia estimula dicha actividad. A su vez, el potencial de reposo de estas células puede verse modificado por la estimulación tónica. Fueron descriptos efectos progresivos de la ECP que requieren varios meses de estimulación para hacerse presentes, los cuales se deberían a fenómenos de plasticidad en los circuitos cortico-subcorticales involucrados, incluyendo la formación de nuevas sinapsis, mecanismos de up/down-regulation, long-term potentiation/depression, síntesis de proteínas y cambios en la expresión génica. Otra alternativa es que la ECP produzca efectos moduladores sobre la glia, aunque esto no fue demostrado aún.[
Hoy en día, es esencial la correcta selección de pacientes en quienes se realizará una CTC. Un riguroso proceso de selección, siguiendo protocolos claros construidos para tal fin, evitará los errores del pasado cometidos durante la primera era de la psicocirugía. Además, estos pacientes deben ser tratados por un equipo multidisciplinario que incluya no solamente al neurocirujano, sino también a neurólogos y psiquiatras. Aunque el psiquiatra tratante será quien tenga un papel fundamental en la indicación del tratamiento quirúrgico, ya que será quien evaluará principalmente la gravedad y refractariedad del cuadro, todo el equipo médico involucrado deberá poner en la balanza los riesgos y beneficios potenciales de la cirugía. Los candidatos para CTC serán aquellos pacientes mayores de 18 años, con capacidad de firmar su consentimiento informado, con patología psiquiátrica (plausible de tratamiento quirúrgico) crónica, refractaria al tratamiento conservador, grave e incapacitante; es decir, con gran deterioro de la calidad de vida del paciente. En esta tercera era, la CTC está prácticamente reservada para pacientes con trastornos afectivos, TOC, ST y en algunos casos excepcionales de agresividad. En general, se esperan cinco años de refractariedad al tratamiento médico antes de indicar el procedimiento, aunque algunos autores establecen que con un año ya es suficiente. Los criterios de refractariedad para cada patología no están completamente unificados en la literatura y deberían ser establecidos con anterioridad en un protocolo. Un caso de TOC puede considerarse refractario si no tuvo mejoría o la misma fue insuficiente con la administración adecuada de 3 inhibidores de la recaptación de serotonina diferentes (de los cuales uno debió ser la clomipramina), junto a un neuroléptico y/o benzodizepina y 16-20 sesiones de psicoterapia cognitiva-conductual. En cuanto a la gravedad del cuadro, los criterios que en general se utilizan son: para TOC un puntaje mayor o igual a 25/40 en la Yale-Brown Obsessive Compulsive Scale (Y-BOCS) y para depresión un puntaje mayor o igual a 30 en la Beck Depression Inventory (BDI). En cuanto a la discapacidad, se considera como límite una puntuación menor a 45-50 en la escala de valoración funcional global.[
Trastorno obsesivo-compulsivo
A la hora de pensar en el tratamiento quirúrgico del TOC hay que contemplar que, aproximadamente, el 10-40% de los pacientes con TOC serán refractarios o no tendrán una respuesta suficiente al mejor tratamiento médico disponible en la actualidad. Este trastorno tiene una prevalencia mundial cercana al 2%, con una tasa de intento de suicidio de 10-27% entre los afectados a lo largo de toda su vida.[
Se han probado y utilizado diferentes blancos para la ECP en el tratamiento del TOC: BACI, NAcc, NST y pedúnculo talámico inferior (PTI). Los resultados de la ECP en el tratamiento del TOC de diferentes estudios pueden verse en la
Debido a su localización anatómica, es probable que al colocar un electrodo (o realizar una lesión) en el BACI, también se esté afectando el NAcc. Hoy en día, no se sabe con exactitud cuál de los dos blancos es el verdadero responsable (o el principal causante) de la mejoría de estos pacientes con el tratamiento quirúrgico. El NAcc se involucra con el procesamiento de las recompensas, la motivación y las adicciones. El NAcc se divide en 2 regiones: core y shell. El primero se localiza en la región lateral del núcleo y se conecta con el sistema extrapiramidal. El segundo se ubica ventromedialmente en los 2/3 caudales del NAcc, rodeando al core y se conecta con el sistema límbico. El NAcc recibe aferencias glutamatérgicas de la AM, el HC, el tálamo y la corteza prefrontal y dopaminérgicas del ATV y la SN. Su principal eferencia es gabaérgica y hacia el pálido ventral, que a su vez tiene proyecciones hacia la SN compacta y las porciones límbicas del NST. Únicamente la región shell del NAcc tiene eferencias hacia el HT lateral y la AM. Esta porción del NAcc sería un blanco posible para la ECP en pacientes con TOC.[
Depresión
La depresión mayor tiene una prevalencia de 5-10% de la población mundial.[
Se han utilizado varios blancos para la colocación de electrodos en pacientes con depresión: cíngulo subgenual (CS), NAcc, BACI y nervio vago (VNS por sus siglas en inglés, vagus nerve stimulation). Además, hay reportados casos en que se probó colocar electrodos en el PTI, la habénula lateral y el GPi límbico.[
Aunque la VNS es un método de neuromodulación típicamente utilizado para tratar determinados casos de epilepsia refractaria, su uso para el tratamiento de la depresión refractaria fue aprobado en Europa y Canadá en 2001 y en Estados Unidos en 2005.[
En cuanto a la fisiopatología de la depresión mayor, se considera que la misma tiene un origen multidimensional, afectando más que una única región cerebral y varios sistemas de neurotransmisores. Esto conduciría a la pérdida de la capacidad de mantener una homeostasis emocional en las situaciones estresantes de la vida. Aún se desconocen con exactitud las estructuras que dan origen a esta patología. Es posible que los patrones metabólicos observados en los estudios funcionales sean el reflejo de una lesión funcional, ya que pueden estar mostrando cambios adaptativos de los circuitos a una lesión determinada. Se cree que en su fisiopatología está involucrado el circuito cortico-estriado-tálamo-cortical. Debe tenerse en cuenta que en los episodios de depresión hay manifestaciones cognitivas, motoras, neuroendócrinas y afectivas, que se corresponderían con diferentes áreas funcionales. A nivel cortical, existiría un “compartimiento dorsal”, cuya hipoactividad explicaría los síntomas cognitivos y motores. Este compartimiento estaría conformado por la corteza prefrontal anterior, dorsal y lateral, el cíngulo anterior dorsal, la corteza parietal y premotora y se conectaría con el estriado dorsal (regiones cognitiva y motora). Los síntomas afectivos se explicarían por la hiperactividad de un “compartimiento ventral”, formado por el CS, la corteza orbitofrontal e insular anterior. Este compartimiento se conectaría con el EV (región límbica). A su vez, ambos compartimientos se inhibirían en forma recíproca. Además, hay otras 3 estructuras que intervendrían en el balance de la actividad de estos 2 compartimientos: la AM (que dirige este balance hacia la estimulación del compartimiento ventral), el cíngulo pregenual (que inhibe a ambos compartimientos) y el HC (que tiene conexiones con la AM y proyecciones hacia el HT que tendrían influencia en el sueño, el apetito y el eje hipotálamo-hipofiso-adrenal, también afectados en la depresión). Una hipótesis acerca del sustrato neuroanatómico de la depresión involucraría a la hiperactividad de la AM y la disfunción del HC en su causa.[
Síndrome de Tourette
El ST tiene una prevalencia mundial de 4-5 casos cada 10000 personas y se caracteriza por la presencia de tics simples, complejos o vocales, que tienen una edad de inicio de 7-10 años en promedio. Estos tics pueden llegar a ser refractarios a los tratamientos conservadores, aunque en un pequeño porcentaje de pacientes. El ST se ve asociado con frecuencia a síntomas obsesivo-compulsivos y a déficit de atención con hiperactividad. En los casos refractarios al tratamiento conservador, si los síntomas interfieren de forma incapacitante con las actividades de la vida diaria o se encuentran asociados a una conducta de auto-agresividad (ST “maligno”), debe plantearse la posibilidad del tratamiento quirúrgico. Los criterios que actualmente se recomiendan para la selección de pacientes con ST en quienes se indicará ECP son: mayor a 18-25 años de edad (según el autor), valor de la Yale Global Tics Severity Scale (YGTSS) >35/50 por al menos 12 meses, falla del tratamiento médico convencional con 3 clases de fármacos distintas (agonistas α-adrenérgicos, 2 antagonistas dopaminérgicos y benzodiacepinas) tomados al menos por 12 semanas a dosis adecuadas y fracaso de al menos 10 sesiones de intervenciones conductuales para reducir la severidad de los tics.[
La fisiopatología del ST estaría relacionada con un exceso de actividad dopaminérgica en el estriado, que estimularía la vía directa hacia el GPi, mientras que inhibiría la vía indirecta. Esto conduciría a una hipoactividad del GPi, conduciendo a una desinhibición de la vía tálamo-cortical. A su vez, la vía de retroalimentación positiva desde el complejo centromediano-parafascicular del tálamo (CM/PF) y el núcleo medial del tálamo (sustancia periventricular, SPV) hacia el estriado también se encuentra con actividad incrementada, contribuyendo a mantener el circuito hiperactivo y por lo tanto, la desinhibición de las proyecciones tálamo-corticales. El núcleo CM proyecta hacia la región motora del putamen, mientras que el PF envía sus eferencias a las regiones asociativas del putamen y el caudado. La SPV proyecta hacia el EV. Es probable que en el ST exista una alteración en el receptor D2 dopaminérgico (inhibitorio) en la vía indirecta. En resumen, en el ST se verían afectados al menos los circuitos motor y límbico que conducirían a una hiperactividad talámica que, a su vez, produciría hiperactividad de la corteza prefrontal.[
Se utilizaron diferentes blancos estereotácticos para el tratamiento del ST, incluyendo: núcleos CM/PF, SPV, Voi, NAcc, GPi, GPe y NST. El uso de la ECP de los núcleos CM/PF y SPV tendría como finalidad la interrupción del circuito de retroalimentación excitatorio entre el tálamo y el estriado. El Voi proyecta hacia la región facial del área premotora y allí radicaría su uso como blanco para tratar el ST. El ST forma parte de los desordenes obsesivo-compulsivos y por lo tanto el NAcc es planteado como una posible diana quirúrgica. La causa de la efectividad del uso de la ECP del GPi en ST aún no fue esclarecida, ya que en esta enfermedad tal núcleo se encuentra inhibido por la misma patología. La ECP de la zona postero-ventro-lateral del GPi comenzó a utilizarse debido a que los tics del ST son considerados hiperquinesias y se vio mejoría en las disquinesias en pacientes tratados de esta forma por enfermedad de Parkinson. Debe tenerse en cuenta que la región límbica del GPi es la parte anteromedial y que ésta no puede ser alcanzada por la ECP si el electrodo es colocado en la región postero-ventro-lateral del núcleo, ya que se trata de un centro voluminoso. Por lo tanto, debe elegirse que zona del GPi desea modularse con la ECP antes de colocar el electrodo. El uso del GPe como blanco se basa en la hipótesis de su hiperactividad en el ST.[
Agresividad
La agresión es un componente normal del comportamiento de los mamíferos. Hay dos tipos principales de agresividad en las especies animales: la predatoria, que se relaciona con la búsqueda de alimento y la defensiva o afectiva, que surge frente a una amenaza. Sin embargo, en el comportamiento humano, las normas sociales establecen los límites apropiados de la agresividad. Existen diferentes estructuras del sistema nervioso central que se encuentran involucradas con la fisiopatología de las conductas agresivas, entre las que se ven incluidas: corteza cerebral, AM, tálamo, HT y la sustancia gris periacueductal. La corteza frontal tendría un control inhibitorio sobre el comportamiento agresivo. Posiblemente, una de las funciones de la corteza orbitofrontal sería la evaluación de las consecuencias de los hechos de la vida, influenciando distintas conductas y respuestas por parte del individuo. La estructura que probablemente se encuentra más relacionada con la agresividad es el HT, pero no como un “centro de la agresividad”, sino como un centro que controla las respuestas adecuadas a cada situación al relacionar sus múltiples aferencias periféricas y centrales con el estado biológico y el contexto. La agresividad afectiva (o defensiva) se activa frente a una amenaza y se caracteriza por una gran activación simpática, del HT posteromedial, la sustancia gris periacueductal dorsal y del núcleo medial de la AM, con mínima activación cortical. Por el contrario, la agresividad predatoria involucra una mayor activación cortical, así como también del HT lateral y la sustancia gris periacueductal ventral, con escasa activación simpática. Se cree que la activación del HT sería la responsable del origen de algunos de los síntomas que acompañan los ataques de cefalea tipo cluster como: aumento de la presión arterial, agresividad, hipersexualidad, hiperfagia, insomnio y excitación psicomotriz. La AM tendría una función esencial en el procesamiento del miedo, ya que en pacientes con lesión bilateral de esta estructura se pierde la capacidad de experimentarlo adecuadamente. A su vez, los pacientes con lesión amigdalina son incapaces de reconocer la respuesta de otros individuos guiada por la expresión facial y pueden experimentar conductas desinhibidas e inapropiadas.[
Actualmente, la indicación de cirugía en pacientes con comportamiento agresivo estaría reservada para aquellos con agresividad crónica o progresiva refractaria al tratamiento médico, retraso mental e incapacidad social y ocupacional. En esta tercera era de la CTC, la intervención que se ofrece a estos pacientes es la ECP a alta frecuencia del HT posteromedial. Hay algunos casos publicados en la literatura en los cuales la ECP del HT posteromedial fue efectiva en el tratamiento de pacientes con cuadros graves de agresividad y violencia hacia ellos mismos o hacia terceros. Este procedimiento tendría resultados similares a los alcanzados con la hipotalamotomía posteromedial por radiofrecuencia, pero con la ventaja fundamental de su reversibilidad. En pacientes con cefalea tipo cluster crónica, utilizando el mismo blanco para ECP que en la agresividad, no se vio alteración en la conducta. Esto podría significar que la ECP a alta frecuencia del HT posteromedial produciría diferentes efectos en distintos cerebros y en otras condiciones clínicas. El principal riesgo de este procedimiento, es decir la colocación de electrodos profundos en un área elocuente y muy vascularizada del cerebro, es la hemorragia, que puede ser fatal.[
CONCLUSIÓN
Este resurgimiento de la CTC que estamos experimentando, al que denominamos tercera era, se ve dominado por el uso de la ECP y, a pesar de requerirse aún más investigación, los hallazgos parecen prometedores. Debe tenerse en cuenta que algunos de estos procedimientos ya se encuentran autorizados en distintos países para utilizarse en humanos fuera del ámbito estricto de la investigación clínica. Aunque falta evidencia de mejor calidad y un mayor número de estudios aleatorizados y doble-ciego, hay varios estudios que muestran la pérdida de los efectos de la ECP al apagar el GII sin que el paciente sea informado de esto. Esto estaría revelando un efecto real de la ECP y no un simple efecto placebo. Por otro lado, en cuanto a la utilización de la ECP para la CTC, pueden verse series pequeñas en todos los casos, hecho que refleja la existencia de una práctica más cuidadosa hacia el paciente con trastornos psiquiátricos a la hora de indicar una CTC, con criterios más estrictos que aquellos utilizados en la psicocirugía del pasado. La existencia de múltiples blancos para cada patología trae a la luz la inexistencia de un blanco de extrema efectividad para cada una, llevando a la búsqueda e investigación de nuevas posibilidades. Aún restan por investigarse varios aspectos que conciernen a la CTC, donde podríamos incluir: la comparación de los resultados de los diferentes blancos en cada patología mediante estudios randomizados y doble-ciego correctamente diseñados para tal fin, el avance en una correcta selección de pacientes al dilucidar los factores que llevan a un mejor o peor resultado postoperatorio, el desarrollo de nuevas dianas estereotácticas aún más eficaces y el incremento en el conocimiento de los mecanismos fisiopatológicos subyacentes a los distintos trastornos psiquiátricos que, sin dudas, permitirá tratar quirúrgicamente un mayor número de patologías psiquiátricas y con una mayor efectividad.
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