- Servicio de Neurocirugía, Hospital Universitario de Getafe, Madrid, Spain
- Facultad de Medicina, Universidad Europea de Madrid, España, Spain
Correspondence Address:
José Manuel Ortega Zufiría
Facultad de Medicina, Universidad Europea de Madrid, España, Spain
DOI:10.4103/sni.sni_371_17
Copyright: © 2018 Surgical Neurology International This is an open access article distributed under the terms of the Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 3.0 License, which allows others to remix, tweak, and build upon the work non-commercially, as long as the author is credited and the new creations are licensed under the identical terms.How to cite this article: José Manuel Ortega Zufiría, Noemí Lomillos Prieto, Bernardino Choque Cuba, Martin Tamarit Degenhardt, Pedro Poveda Núñez, María Remedios López Serrano, Azahara Belén López Raigada. Traumatismo craneoencefálico leve. 22-Jan-2018;9:
How to cite this URL: José Manuel Ortega Zufiría, Noemí Lomillos Prieto, Bernardino Choque Cuba, Martin Tamarit Degenhardt, Pedro Poveda Núñez, María Remedios López Serrano, Azahara Belén López Raigada. Traumatismo craneoencefálico leve. 22-Jan-2018;9:. Available from: http://surgicalneurologyint.com/surgicalint-articles/traumatismo-craneoencefalico-leve/
Abstract
Introducción y objetivo:El TCE leve representa un problema sanitario de enorme interés debido a que un número significativo de enfermos con trauma leve desarrollará complicaciones potencialmente mortales. El objetivo de este estudio ha sido describir una serie amplia de pacientes adultos, mayores de 14 años, que sufren TCE leve, atendidos en el Hospital Universitario de Getafe, entre los años 2010 y 2015 (n = 2480), estudiar el perfil epidemiológico y analizar el diagnóstico y el tratamiento efectuados, así como establecer los principales factores pronósticos que influyen en el resultado final.
Método:Se ha realizado un estudio retrospectivo, de revisión de historias clínicas, analizando los resultados con estudio estadístico bivariable y multivariable.
Resultados:El TCE leve es más frecuente en varones, y el mecanismo causante más común en nuestro medio es el accidente de tráfico. Se propone un modelo de clasificación de pacientes según grupos de riesgo, que los subdivide en riesgo bajo, intermedio o alto, que se correlaciona bien con la probabilidad de desarrollar complicación intracraneal, y, consecuentemente, con el resultado final. Se discute la indicación de la radiografía simple de cráneo y de la Tomografía Computarizada (TC), así como del ingreso hospitalario para observación neurológica.
Conclusiones:En este estudio, la presencia de focalidad neurológica en la exploración clínica, la edad, las alteraciones de la coagulación y la existencia de fractura en la radiografía simple se relacionan con mayor posibilidad de desarrollar lesiones traumáticas intracraneales y con peor pronóstico final. La escala de Glasgow para el Coma es deficitaria en la determinación del resultado final del paciente que sufre TCE, porque no considera variables tales como la amnesia o la pérdida de conocimiento, muy frecuentes en el traumatismo craneoencefálico leve.
Keywords: Craniocerebral trauma, prognosis, skull fractures, Fracturas craneales, Pronóstico, traumatismos craneocerebrales
INTRODUCCIÓN
La incidencia y severidad del daño neurológico secundario a Traumatismo Craneoencefálico (T.C.E.) difieren según las características de la población de pacientes analizada, los mecanismos lesivos implicados en el trauma y la organización y calidad del sistema sanitario en el que son manejados los enfermos.[
Debido a que entre el 1% y el 4% de los pacientes que sufren T.C.E. leve desarrollan complicaciones serias que necesiten actuación neuroquirúrgica urgente, pudiendo desencadenar incapacidades residuales importantes o la muerte del enfermo, y que resulta paradójico que de un trauma clasificado como leve se puedan derivar estos resultados, diversos autores han propuesto modificar las escalas de Glasgow [
La utilidad de estas escalas, que estiman la gravedad y el pronóstico del traumatismo, se ha comprobado en el enfermo que sufre trauma grave, si bien se complementan con la valoración de otros parámetros. Sin embargo, existen claras discrepancias referentes a su aplicación en los traumas leves y moderados.
Actualmente, es necesario determinar los factores más influyentes en la evolución final para establecer modelos pronósticos y poder elaborar planes de actuación terapéutica y rehabilitación, lo más eficaces posibles.
Considerando todo lo anteriormente expuesto, este trabajo intenta cumplir los siguientes objetivos:
Reunir una serie amplia de pacientes que han sufrido traumatismo craneal leve y estudiar su perfil epidemiológico y forma de presentación clínica. Comprobar la utilidad y eficacia de las Escalas de Glasgow para el Coma y de Rimel, en la determinación de la severidad y el pronóstico del trauma craneal leve. Describir los factores de riesgo que determinan la probabilidad de desarrollar complicaciones intracraneales en el grupo de pacientes que sufren trauma leve, y comprobar la utilidad de la radiografía simple de cráneo y la necesidad de ingreso hospitalario en este grupo. Estudiar los patrones evolutivos en el trauma craneal leve, según la escala de Jennett y Bond [
MATERIAL Y MÉTODO
En este trabajo, se han estudiado retrospectivamente todos los casos de trauma craneal leve, en pacientes mayores de 14 años, atendidos en el Hospital Universitario de Getafe (Madrid), entre Diciembre de 2010 y Diciembre de 2015, sin ningún criterio de exclusión. Las distintas variables analizadas en los pacientes con trauma leve son edad, sexo, antecedentes médicos, causa del ingreso, procedencia, intervalo trauma-ingreso, existencia de focalidad neurológica al ingreso, puntuación en la escala de Glasgow, consumo de alcohol o drogas, conmoción, amnesia, lesión de partes blandas, hallazgos en la radiografía simple, hallazgos en la T.C. de cráneo, necesidad de cirugía, traumatismos asociados, necesidad de ingreso hospitalario y evolución.
Los pacientes se dividieron en 4 grupos para el estudio estadístico, según la puntuación obtenida en la Escala de Glasgow para el Coma, puntuación de 15 y no presentan pérdida de conocimiento ni amnesia (Grupo 1), puntuación de 15 con pérdida de conocimiento y/o amnesia (Grupo 2), puntuación de 14 (Grupo 3) y puntuación de 13 (Grupo 4).
Además, los pacientes con trauma leve fueron clasificados en la urgencia como de riesgo bajo, intermedio o elevado, según los criterios explicados a continuación.
1. DE BAJO RIESGO: Incluye a los pacientes que reúnen alguna de estas características: No pérdida de conocimiento ni amnesia post-traumática. Asintomáticos, o discreta cefalea o mareos. Pueden tener herida o erosión de partes blandas. Además, no deben presentar ninguna característica propia de los grupos II y III. La incidencia de fractura craneal en este grupo oscila entre 0,4% y 1,6%, y la posibilidad de que desarrollen una complicación intracraneal se estima en 1 de cada 6.000 casos.
2. DE RIESGO INTERMEDIO: Incluye a los siguientes pacientes: Pérdida de conocimiento. Amnesia post-traumática. Cefalea progresiva. Desorientación o alteraciones de la conducta. Vómitos. Niños menores de 2 años. Sospecha de ingesta de alcohol o consumo de drogas. Signos de sospecha de fractura de la base (rino u otolicuorragia, hematoma orbitario o retromastoideo). Crisis epiléptica post-traumática. Antecedentes médicos (alteraciones de la coagulación6 o terapia anticoagulante, alcoholismo crónico, diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, u otros).
En este grupo, la incidencia de fractura craneal oscila entre el 5% y el 10%. Si existe fractura el riesgo de complicación se estima que es de 60 a 400 veces mayor que si no la hay. En caso de complicación, lo más frecuente es el desarrollo de contusiones y de hematomas subdurales, siendo más raros los hematomas epidurales.
3. DE RIESGO ELEVADO: Incluye los pacientes con alguna de las siguientes características: Disminución o fluctuación del nivel de conciencia no atribuible a alcohol, drogas u otras causas (metabólicas o sistémicas). Signos de focalidad neurológica. Herida penetrante o fractura deprimida palpable. En este grupo la posibilidad de complicación intracraneal es alta (entre el 20% y el 70%, según las series analizadas) y los enfermos son candidatos a realización de T.C. de urgencia e ingreso hospitalario.
Las indicaciones de ingreso hospitalario para observación, en los pacientes de los grupos I y II son: Intoxicación por alcohol o drogas. Presencia de fractura radiológica. Patologías previas (anticoagulación, ictus u otras). Desorientación o alteraciones del comportamiento. Niños menores de 2 años. Síntomas persistentes. Ausencia de atención domiciliaria u otros problemas sociales.
La duración del ingreso hospitalario depende de la evolución clínica y de los hallazgos en la T.C., cuando ésta se realiza (en caso de fracturas, empeoramiento clínico u otras causas).[
En los enfermos de bajo riesgo, la realización de radiografía simple de cráneo quedó a criterio médico. Si la radiografía no demostraba lesiones, el paciente fue enviado a su domicilio con recomendación de vigilancia durante 48 horas. Si existía fractura, se realizó T.C. y los enfermos permanecieron ingresados durante 6 a 8 horas para observación. Se realizó radiografía de cráneo a todos los pacientes de riesgo intermedio, siendo ingresados para observación durante al menos 8 horas. Si pasado ese tiempo los síntomas mejoraron, el paciente fue remitido para observación domiciliaria. Si existía fractura o persistieron los síntomas, se realizó T.C. entre las 6 y 8 horas a partir del ingreso, o antes si se produjo deterioro neurológico del enfermo que así lo haya exigido. Todos los pacientes de riesgo elevado han sido manejados mediante T.C. inicial. Cuando la T.C. detectó lesión intracraneal, en los enfermos de cualquiera de los tres grupos, éstos ingresaron en el Servicio de Neurocirugía, en el cual se han manejado con canalización de vía venosa y aplicación de oxigenoterapia mediante mascarilla, con controles horarios de su puntuación en la escala de Glasgow, tensión arterial y frecuencia cardíaca. Se realizaron análisis diarios hematológicos y bioquímicos de rutina, durante los 3 primeros días. Los pacientes que necesitaron cirugía permanecieron durante 24 horas en el Servicio de Reanimación Post-Anestesia, siendo trasladados posteriormente a Neurocirugía o a la U.C.I., según su estado clínico. El examen T.C. se ha llevado a cabo en dos unidades diferentes, en el Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario de Getafe. La exploración estándar comprende cortes axiales con una separación de 10 mm. Se ha practicado T.C. de control rutinariamente después de toda intervención quirúrgica o cambios en la situación del paciente, y con intervalos de 24 a 72 horas, durante la primera semana, en todos los casos, incluso cuando no existieran cambios clínicos que así lo exigieran. Se practicó monitorización de la P.I.C. en todos los enfermos que mostraron lesión focal o hinchazón difusa que hacían probable el desarrollo de hipertensión intracraneal que se trató según las directrices actuales.
Para la estadística descriptiva se han utilizado los parámetros más usuales, como son medias, porcentajes, desviaciones típicas (s), proporciones y otros. La evolución final del paciente con traumatismo craneal se ha determinado en el momento de su alta hospitalaria. En el trauma craneal leve se ha considerado evolución adversa todo lo que no sea buena recuperación, es decir, incapacidad moderada, incapacidad severa, estado vegetativo persistente o exitus. Dentro del capítulo de la estadística analítica, para el estudio bivariable se ha empleado la prueba de Chi cuadrado. El límite de significación estadística se ha establecido en un intervalo de confianza de 95% (P < 0,05). El estudio multivariable se ha realizado mediante el método de regresión lineal por máxima verosimilitud. Las regresiones lineales estudian si dos variables están relacionadas o son independientes y el tipo de relación que las liga, si ésta existe. Además, predicen los valores de una de ella a través de los de la otra.
RESULTADOS
Se han atendido un total de 2.480 pacientes con trauma leve. De ellos, 1.746 (70,4%) obtienen una puntuación de 15 en la Escala de Glasgow para el Coma y no presentan pérdida de conocimiento ni amnesia (Grupo 1), 605 (24,4%) tienen puntuación de 15 con pérdida de conocimiento y/o amnesia (Grupo 2), 86 (3,5%) puntuación de 14 (Grupo 3) y 43 (1,7%) puntuación de 13 (Grupo 4). Siguiendo el esquema de clasificación que divide a los enfermos según factores de riesgo, recogido en el capítulo de Introducción, tenemos 1.546 pacientes de bajo riesgo (62,3%), 830 de riesgo intermedio (33,5%) y 104 enfermos de riesgo elevado (4,2%). La realización de radiografía simple queda recogida en el
En el Grupo 1 hay 2 enfermos que sufren deterioro neurológico (0,1%) y 2 que padecen deterioro extraneurológico (0,1%). En el Grupo 2 hay 2 pacientes con deterioro neurológico (0,3%) y 1 extraneurológico (0,2%). En el Grupo 3, 2 enfermos sufren deterioro neurológico (2,3%) y 8 extraneurológico (9,3%). En el Grupo 4, 6 pacientes padecen deterioro neurológico (13,9%) y 4 deterioro extraneurológico (9,3%) [
Entre los enfermos pertenecientes al Grupo 1, hay 1.740 casos de buena recuperación (99,6%), 3 exitus (0,2%) y en 3 la evolución es desconocida (0,2%). En el Grupo 2, 597 pacientes tienen buena recuperación (98,7%), 1 desarrolla incapacidad severa (0,2%), 3 fallecen (0,5%) y en 4 es desconocida (0,7%). En el Grupo 3, hay 77 casos de buena recuperación (89,5%), 1 incapacidad moderada (1,2%), 2 incapacidades severas (2,3%), 3 exitus (3,5%) y en 3 pacientes la evolución es desconocida (3,5%). En el Grupo 4, 34 presentan buena evolución (79,1%), 2 desarrollan incapacidad severa (4,6%), 6 fallecen (13,9%) y en 1 paciente la evolución es desconocida (2,3%).
Entre los enfermos clasificados como de bajo riesgo, la incidencia de fractura craneal es de 0,3%, y tan sólo hay 1 paciente (0,06%) con T.C. patológica (hemorragia subaracnoidea), que presenta buena recuperación. En los enfermos de riesgo intermedio la incidencia de fractura craneal es de 5,2%, las T.C. patológicas son 36 (4,5%), 14 son intervenidos quirúrgicamente (1,7%) y 6 fallecen (0,7%). Entre los pacientes de riesgo elevado, la incidencia de fractura craneal es de 38,3%, 54 tienen T.C. patológica (51,9%), 16 son intervenidos quirúrgicamente (15,4%), 9 fallecen (8,6%), 1 desarrolla incapacidad moderada (0,9%) y 4 incapacidad severa (3,8%) [
Se ha realizado estudio bivariable de todas y cada una de las variables entre sí, exponiendo a continuación los resultados más importantes.
A mayor edad, peor puntuación en la E.G.C. (P < 0,05). La relación entre edad y mecanismo causante es significativa (P < 0,001). Entre los ocupantes de vehículo hay 144 menores de 20 años (19,5%), 384 tienen entre 20 y 35 (52,2%), 103 entre 36 y 50 (14,1%), 91 entre 51 y 70 (12,3%) y 13 son mayores de 70 años (1,7%). Entre los pacientes que sufren atropello, 23 son menores de 20 (21,9%), 28 tienen entre 20 y 35 (26,6%), 17 entre 36 y 50 (16,1%), 23 entre 51 y 70 (21,9%) y 14 son mayores de 70 años (13,3%). Entre los enfermos que padecen impacto directo, 105 son menores de 20 años (21,9%), 218 tienen entre 20 y 35 (45,5%), 79 entre 36 y 50 (16,4%), 67 entre 51 y 70 (13,9%) y 10 son mayores de 70 años (2,1%). Entre los pacientes que sufren caída, 86 son menores de 20 años (11,3%), 180 tienen entre 20 y 35 (23,7%), 99 entre 36 y 50 (13,1%), 189 entre 51 y 70 (24,9%) y 203 son mayores de 70 años (26,7%). La relación entre edad y evolución es también significativa (P < 0,001). Según aumenta la edad, peor es el pronóstico. Los enfermos mayores tienen más probabilidad de desarrollar lesiones intracraneales, especialmente hematomas subdurales y contusiones, mientras que los pacientes jóvenes presentan con más frecuencia lesión axonal difusa y hematoma epidural (P < 0,001).
Los enfermos con antecedentes médicos tienen más probabilidad de desarrollar complicaciones intracraneales, especialmente si existen alteraciones de la coagulación y antecedentes de alcoholismo crónico (P < 0,001). De las 11 T.C. realizadas en pacientes con alteraciones de la coagulación, 6 son patológicas (54,5%), y de las 13 practicadas en pacientes alcohólicos crónicos, 12 son anormales (92,3%). Los pacientes con antecedentes médicos tienen también peor evolución (P < 0,001). Entre los 12 enfermos con alteraciones de la coagulación hay 4 exitus (33,3%), y entre los 33 alcohólicos, 1 fallece (3,1%), 2 desarrollan incapacidad severa (6,2%) y 1 incapacidad moderada (3,1%). Los mecanismos causantes y los hallazgos en la T.C. se relacionan significativamente (P < 0,001). De las 45 T.C. practicadas a ocupantes de vehículo, 19 son patológicas (42,2%). De las 13 realizadas a enfermos atropellados, 7 son anormales (53,8%).
Las caídas y atropellos, más frecuentes en ancianos, causan con mayor frecuencia hematomas subdurales y contusiones que el accidente sufrido por ocupantes de vehículo, que ocurre más en jóvenes, causando lesión axonal difusa y hematoma epidural fundamentalmente.
Además, los pacientes que sufren caída y atropello tienen peor pronóstico que estos últimos, siendo los enfermos que padecen impacto directo los que presentan mejor evolución (P < 0,001). Los enfermos que presentan focalidad en la exploración neurológica tienen mayor probabilidad de desarrollar complicaciones intracraneales, y peor pronóstico final (P < 0,001). Entre los 25 pacientes con focalidad hay 19 con T.C. patológica (76%), 6 exitus (24%) y 3 con incapacidad severa (12%), y de los 2.455 sin focalidad hay 55 enfermos con T.C. patológica (2,2%), 9 fallecen (0,3%), 2 desarrollan incapacidad severa (0,08%) y 1 incapacidad moderada (0,04%). Las lesiones traumáticas sistémicas asociadas se relacionan con peor pronóstico (P < 0,001). Entre los 150 pacientes con traumatismos asociados (6,1% del total), 8 (5,3%) no presentan buena recuperación.
El consumo de alcohol y drogas tiene una relación que casi llega a ser significativa con la evolución (P < 0,1). De los 193 enfermos con antecedentes de ingesta etílica o consumo de drogas, 6 no tienen buena recuperación (3,1%). La ingesta etílica predomina entre los pacientes que sufren accidente de tráfico (P < 0,01).
La relación existente entre los hallazgos radiológicos y la presencia de herida en cuero cabelludo no es significativa, al igual que tampoco lo es la relación de ésta con la evolución final. La existencia de fractura se relaciona significativamente (P < 0,01) con los mecanismos causantes, y así los pacientes que sufren caída y atropello presentan mayor incidencia de fractura craneal.
La presencia de fractura craneal se relaciona significativamente con la pérdida de conocimiento (P < 0,01), aunque no con la duración de la misma. De los 1.719 enfermos con radiografía normal, 453 presentan pérdida de conocimiento (26,3%). De los 50 con fractura lineal en la radiografía simple de cráneo, 33 sufren pérdida de conocimiento (66%), y de los 12 con fractura hundimiento, 6 presentan pérdida de conocimiento (50%). Los hallazgos en la radiografía simple también se relacionan significativamente con la existencia de amnesia post-traumática (P < 0,01), pero no con la duración de la misma. De los 1.719 enfermos con radiografía normal, 562 sufren amnesia (32,6%). De los 50 con fractura lineal, 38 presentan amnesia (76%), y de los 12 pacientes con fractura hundimiento, 6 padecen amnesia post-traumática (50%).
La presencia de fractura en la radiografía simple de cráneo, se relaciona significativamente con los hallazgos en la T.C. (P < 0,01). De los 1.719 pacientes con radiografías normales, se realiza T.C. a 88 (5,5%), siendo patológica en 27 (1,6% del total de enfermos). De los 50 pacientes con fractura lineal, 31 muestran T.C. patológica (62%). Los hallazgos en la radiología simple se relacionan significativamente con la evolución (P < 0,01). De los enfermos con radiografía normal, 5 fallecen (0,3%). Entre los pacientes con fractura simple, 3 fallecen (6%), y de los enfermos con fractura hundimiento, 1 fallece (8,3%). La pérdida de conciencia se relaciona significativamente con los hallazgos en la T.C. (P < 0,05). De los 92 enfermos con T.C. normal, 36 han perdido el conocimiento (39%), y entre los 91 pacientes con T.C. patológica, 54 sufren pérdida de conocimiento (59,3%). La pérdida de conciencia y la evolución se correlacionan significativamente (P < 0,05). De los 2.448 enfermos con buena evolución, 536 padecen pérdida de conocimiento (21,8%), y entre los 21 que no presentan buena recuperación, 11 han perdido el conocimiento (52,4%). La existencia de amnesia post-traumática se relaciona también significativamente con los hallazgos en la T.C. (P < 0,05). De los 92 enfermos con T.C. normal, 37 sufren amnesia (40%), y entre los 91 pacientes con T.C. patológica, 55 presentan amnesia post-traumática (60,5%).
La evolución y la amnesia post-traumática se correlacionan entre sí (P < 0,05). De los 2.448 enfermos que tienen buena evolución, 669 presentan amnesia (27,3%), y de los 21 que no tienen buena recuperación, 11 sufren amnesia post-traumática (52,4%). Los hallazgos en la T.C. se relacionan significativamente con la evolución (P < 0,001). De los 91 enfermos con T.C. patológica, 12 fallecen (13,2%), 3 desarrollan incapacidad severa (3,3%) y 1 incapacidad moderada (1,1%). Entre los 92 pacientes con T.C. normal, 1 fallece (1%) y 1 desarrolla incapacidad severa (1%).
La relación entre la puntuación obtenida por el enfermo en la Escala del Coma de Glasgow y la evolución, es variable. Los enfermos de los Grupos 1 y 2 no tienen diferencias significativas en la evolución final. Por el contrario, sí existe diferencia significativa entre la evolución de éstos y la de los pacientes de los Grupos 3 y 4 (P < 0,001). A su vez, los enfermos de los Grupos 3 y 4 tienen una evolución que no llega a ser significativamente diferente (P < 0,1). Sin embargo, existen diferencias significativas (P < 0,001) entre los grupos de riesgo bajo, intermedio y elevado, tanto en lo que se refiere a los hallazgos en la radiografía simple y en la T.C., como en la evolución.
Existe relación significativa entre la necesidad de indicación quirúrgica y la evolución (P < 0,001). De los 30 pacientes que se intervienen, 4 (13,4%) tienen evolución adversa (incapacidad moderada o severa, o exitus). Por el contrario, de los 2.450 enfermos que no se operan, sólo 17 (0,7%) tienen evolución desfavorable. El deterioro clínico y la evolución se relacionan significativamente (P < 0,001). De los 2.440 pacientes que no se deterioran, sólo 3 no tienen buena recuperación (0,1%). De los 12 enfermos que sufren deterioro neurológico, 10 no presentan buena recuperación (83,3%), y de los 15 que padecen deterioro extraneurológico, 8 (53,3%) no tienen buena recuperación.
Los parámetros que resultan más decisivos en la probabilidad de desarrollar complicaciones intracraneales, y por lo tanto influyentes en la evolución final, en el estudio bivariable, son expuestos en la
En el estudio multivariable (P < 0,001; fiabilidad 92%), tres parámetros se muestran influyentes en la probabilidad de desarrollar complicaciones intracraneales:
Focalidad neurológica Hallazgos en la radiografía simple. Antecedentes médicos.
DISCUSIÓN
El hecho de reconocer que los traumatismos constituyen actualmente la principal causa de mortalidad en las personas menores de 45 años, y que entre el 50% y el 75% de las muertes por accidente son debidas a trauma craneal, ha llevado a aceptar que el traumatismo craneal representa un problema de salud pública de primera magnitud.[
En la evolución del trauma leve, la diferencia significativa existente entre los pacientes que obtienen una puntuación de 15 y los que tienen 14 puntos, es debida a la amplia definición del traumatismo craneal leve considerada en este estudio. Sin embargo, no existen diferencias entre los enfermos que obtienen 14 y los que tienen 13, con excepción de la necesidad de tratamiento quirúrgico. Esto plantea el interrogante de si está justificada una modificación de la Escala de Glasgow para el Coma. Algunos autores han propuesto una subclasificación en pacientes con una puntuación de 15, basada en la valoración del grado de orientación en relación con persona, tiempo y espacio, y del estado mental del enfermo. Los pacientes que obtienen puntuación de 15 se pueden dividir en tres grupos, que son, los que presentan algún grado de desorientación, los que están orientados, pero tienen alteraciones del comportamiento (somnolencia, agresividad u otras) y no están atentos, y los que tienen estado mental completamente normal y están bien orientados. El problema surge a la hora de determinar qué criterios hay que aplicar y qué tipo de exámenes se deben realizar para llevar a cabo esta clasificación.[
CONCLUSIONES
El traumatismo craneal leve en nuestro medio es más frecuente en varones que en mujeres (1,7/1), predominando en pacientes cuyas edades oscilan entre 20 y 35 años. El mecanismo causante más frecuente es el accidente de tráfico (36,3%), seguido de la caída (35,2%), el impacto directo (22,3%) y el atropello (5,2%).
La Escala de Rimel se ajusta correctamente a la severidad del traumatismo craneal. La Escala de Glasgow para el Coma se relaciona sólo parcialmente con la evolución del paciente con trauma craneal leve, porque no considera la agitación o la orientación.
En el manejo clínico del trauma craneal leve los enfermos pueden clasificarse en grupos, de acuerdo con los factores de riesgo que presentan. Entre los enfermos de riesgo bajo, la incidencia de fractura craneal es de 0,3%, con un 0,06% de T.C. patológicas y un 100% de buena recuperación. En este grupo la radiografía simple de cráneo es de escasa utilidad, y los pacientes pueden ser enviados para vigilancia domiciliaria sin necesidad de ingreso hospitalario. Entre los pacientes de riesgo intermedio, la incidencia de fractura craneal es de 5,2%, con un 4,5% de T.C. patológicas y un 0,7% de evolución adversa. En estos enfermos debe realizarse radiografía simple de cráneo, así como proceder a su ingreso hospitalario para observación. Si hay fractura craneal o los síntomas persisten a las 8 horas del ingreso, es necesario realizar T.C. para descartar patología intracraneal. Entre los pacientes de riesgo elevado, la incidencia de fractura craneal es de 38,3%, con un 51,9% de T.C. patológicas y un 13,3% de evolución desfavorable. Estos enfermos deben estudiarse con T.C. de forma inmediata después de ser recibidos en el hospital, proceder a su ingreso, en U.C.I. si la T.C. es patológica, y repetir la T.C. dentro de las primeras 48 horas.
Los parámetros más influyentes en la aparición de lesiones en la T.C. en los pacientes que sufren trauma craneal leve son la presencia de focalidad neurológica, la edad del paciente y los antecedentes médicos patológicos, especialmente las alteraciones de la coagulación, y la existencia de fractura en la radiografía simple.
Financial support and sponsorship
Nil.
Conflicts of interest
There are no conflicts of interest.
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Commentary
Comentario
Martín Guevara- Hospital Juan A. Fernández, C.A.B.A.
Los autores presentan un artículo original, basado en un estudio retrospectivo revisando las historias clínicas de 2480 pacientes adultos mayores de 14 años con TEC (traumatismo de cráneo) leve, atendidos en un Hospital Universitario de España, en un período de 5 años. Se analizan estadísticamente todas las variables (epidemiológicas, clínicas e imagenológicas) que pueden condicionar la evolución de esta entidad. Proponen un interesante modelo de clasificación de estos pacientes en grupos de riesgo (bajo, intermedio y elevado), estableciendo diferentes pautas de manejo. Concluyen finalmente que la edad, la presencia de foco neurológico, los trastornos de coagulación y la presencia de fractura de cráneo, son las variables que se relacionan con mayor probabilidad de desarrollar complicaciones intracraneanas y tener peor resultado final.
Felicito a los autores por este dedicado trabajo científico, con un importante número de pacientes estudiados, con análisis estadístico minucioso y conclusiones valederas, más allá de las limitaciones que representa todo estudio retrospectivo realizado en un único centro.
El TEC leve es una entidad sumamente prevalente, generalmente atendida por médicos de guardia no especialistas, que requiere pautas de manejo claras para poder identificar el pequeño porcentaje de pacientes con lesión intracraneana que requerirá consulta y eventual intervención neuroquirúrgica. Existen numerosos protocolos y guías de tratamiento en la literatura, que establecen qué pacientes deben ser admitidos en observación, qué pacientes deben ser estudiados y con cuál método. Con respecto al pronóstico, está claramente demostrado que los pacientes con TEC leve y tomografía computada (TC) patológica con lesión intracraneana tienen peor resultado.
Me parece importante destacar la utilidad de la resonancia magnética (RM) en aquellos pacientes sintomáticos con TC sin patología evidente. Las secuencias FLAIR, eco-gradiente y tensor de difusión permiten detectar pequeños focos contusivos, hemorragia subaracnoidea, hematomas intraparenquimatosos y/o injuria axonal difusa. Estos estudios también son muy útiles para aquellos pacientes que sufren síndrome post-traumático. Una herramienta diagnóstica y pronostica promisoria es la detección de biomarcadores de injuria cerebral en sangre. Si bien muchos de ellos se encuentran en plena etapa de investigación, ya hay algunos que han sido incorporados en algunas guías de manejo para el TEC (por ejemplo el biomarcador S100B en las guías escandinavas). Esto permitiría identificar a aquellos pacientes con TEC que sufren injuria cerebral y potencialmente requerirán TC. Este abordaje permitiría reducir significativamente el número de TC realizadas a los pacientes con TEC leves, eliminando la exposición innecesaria a radiación y reduciendo el costo económico que conlleva la TC.
References
1. Marchio P.S..editors. Traumatismo encefalocraneano leve. Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, D. Ceraso. Buenos Aires: Médica Panamericana; 2007. p. 905-912
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Comentario
Jaime Rimoldi- Sanatorio Güemes, C.A.B.A.
Se trata de un estudio de revisión, retrospectivo de 2480 casos atendidos en un mismo centro, con varios objetivos: obtener un perfil epidemiológico, analizar el diagnóstico, los tratamientos realizados y establecer los principales factores pronósticos de los traumatismos encéfalo craneanos leves.
El tema es por demás interesante ya que si bien en los últimos años con la introducción de nuevos tratamientos, imágenes para evaluación y técnicas de neuromonitoreo, la mayoría de las investigaciones están destinadas generalmente a los pacientes con trauma craneoencefálico grave y moderado y menor atención se ha prestado a los pacientes con trauma craneoencefálico leve, a pesar de que representan la gran mayoría de las consultas.
El trabajo incluye un gran número de pacientes adultos, revisados durante un período de 5 años, y se analizaron correctamente diferentes variables para obtener las valiosas conclusiones que publican.
La introducción en la década del ´70 de la escala de coma de Glasgow introducida por Jennett y Teasdale permitió que años más tarde Rimel y col., en la Universidad de Virginia, clasificaran los traumatismos craneoencefálicos de acuerdo a su severidad en: menores, moderados y severos; poco tiempo después fue sugerida la sustitución del término “menor” por el de “leve” para aquellos pacientes con pérdida transitoria de algunas funciones encefálicos como la conciencia, memoria o vista. Esta clasificación se ha mantenido como estándar para el manejo y pronóstico.
Hace varios años en nuestro medio se excluyen como leves a todos los pacientes con GCS ≤13, por considerarlos moderados, así como también los que presentan fractura abierta, hundimientos, trauma penetrante y los que presentan focalidad neurológica,[
Por lo expuesto estoy en total acuerdo con los autores en que además de las escalas conocidas, debemos reconocer diferentes grupos de riesgo con distintos pronósticos y diferentes pautas para su manejo con imágenes y seguimiento clínico.
Felicito a los autores por la claridad en reconocer los diferentes grupos de distinto enfoque cada uno de ellos.
References
1. Kreitzer N, Hart K, Lindsell CJ, Betham B, Gozal Y, Andaluz NO. Factors associated with adverse outcomes in patients with traumatic intracranial hemorrhage and Glasgow Coma Scale of 15. Am J Emerg Med. 2017. 35: 875-80
2. Mata-Mbemba D, Mugikura S, Nakagawa A, Murata T, Kato Y. Canadian CT head rule and New Orleans Criteria in mild traumatic brain injury:Comparison at a tertiary referral hospital in Japan. Springerplus. 2016. 5: 176-
3. Nguyen R, Fiest KM, McChesney J, Kwon CS, Jette N, Frolkis AD. The International Incidence of Traumatic Brain Injury:A Systematic Review and Meta-Analysis. Can J Neurol Sci. 2016. 43: 774-85
4. Orlando A, Levy AS, Carrick MM, Tanner A, Mains CW, Bar-Or D. Epidemiology of Mild Traumatic Brain Injury with Intracranial Hemorrhage:Focusing Predictive Models for Neurosurgical Intervention. World Neurosurg. 2017. p.
5. Sorantin E, Wegmann H, Zaupa P, Mentzel HJ, Riccabona M. Computed tomographic scan in head trauma:What is the rational in children?. Eur J Pediatr Surg. 2013. 23: 444-53
6. van der Naalt J, Timmerman ME, de Koning ME, van der Horn HJ, Scheenen ME, Jacobs B. Early predictors of outcome after mild traumatic brain injury (UPFRONT):An observational cohort study. Lancet Neurol. 2017. 16: 532-40
7. Yang XF, Meng YY, Wen L, Wang H. Criteria for Performing Cranial Computed Tomography for Chinese Patients With Mild Traumatic Brain Injury: Canadian Computed Tomography Head Rule or New Orleans Criteria?. J Craniofac Surg. 2017. p.
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Comentario
Patricia Ciavarelli- Hospital de Clínicas José de San Martín, C.A.B.A.
Es un valioso artículo donde los autores analizan estadísticamente un gran número de pacientes y múltiples variables. Plantean una re-evaluación sobre la definición del TEC leve, el valor de las escalas diagnósticas, la elaboración de 3 grupos de riesgo y los factores pronósticos.
Es interesante destacar la revisión que los países desarrollados realizan, actualmente, sobre la indicación excesiva de la tomografía en la injuria de cráneo.[
En China[
Se realiza esto en un contexto donde el motivo de discusión actual para otros investigadores resulta ser el timing de la segunda tomografía en el TEC leve sintomático (6hs.?, 12hs.?). Paradojas de la investigación.
No resultaría sencillo determinar los criterios de inclusión para un trabajo prospectivo, debido a que las variables a analizar dependen de las guías de manejo de cada institución.[
Resulta de utilidad el concentrar la atención en el TEC leve, ya que es posible reducir la morbimortalidad en este grupo, determinando sus factores de riesgo.
References
1. Carney N, Totten A, O´Reilly C, Ullman J, Hawryluk G, Bell M. Guidelines for the Management of Severe Traumatic Brain Injury, Fourth Edition. Neurosurgery. 2016: 1-10
2. McKee AC, Daneshvar DH. The neuropathology of traumatic brain injury. Handb Clin Neurol. 2015. 127: 45-66
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Alvaro Campero- Hospital Padilla, Tucumán
Los autores presentan un trabajo retrospectivo sobre Traumatismo de Cráneo (TEC) leve, atendidos en el Hospital Universitario Getafe, entre los años 2010 y 2015. Fueron evaluados 2.480 pacientes. Encontraron que es más frecuente en varones y que la causa más común es el accidente de tránsito. Los autores proponen una clasificación según riesgo de desarrollar alguna complicación intracraneana, en bajo, intermedio y alto riesgo. Los autores utilizaron de rutina la radiografía simple en el grupo de riesgo bajo e intermedio, mientras que en todos los pacientes de riesgo alto se realizó tomografía computada. Los autores encontraron que las variables que más se relacionan con la aparición de lesiones en la tomografía computada son: déficit neurológico, edad avanzada del paciente, alteración de la coagulación y la existencia de fractura en la radiografía simple. A diferencia de lo planteado por los autores, en nuestra practica en el Hospital Padilla de Tucumán, con un promedio de 4.000 consultas por TEC por año, no utilizamos de rutina la radiografía simple de cráneo. Los criterios para realizar una tomografía computada en nuestro hospital son: Glasgow menor o igual a 14 o Glasgow de 15 con: 1) pérdida de conciencia; 2) amnesia; 3) algún síntoma/signo neurológico; 4) cefalea intensa; 5) nauseas y/o vómito; 6) efectos de alcohol o drogas; 7) antecedentes de coagulopatía.
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Tomás Funes- Sanatorio Otamendi y Miroli, C.A.B.A.
El autor realiza una completa revisión de historias clínicas de pacientes con trauma de cráneo leve en el intervalo de tiempo 2010-2015, analizando la eficacia de métodos diagnósticos, estrategias terapéuticas e identificación de predictores de mal pronóstico.[